Los trabajos de desmantelamiento de la icónica instalación han sido de una gran complejidad técnica. Se ha demolido con maquinaria y se ha mantenido la estructura más popular. El desmantelamiento de su interior se ha convertido en un trabajo “artesanal”.
David Fernández Fidalgo és Ingeniero Superior de Minas con especialidad en Laboreo de Minas y Explosivos. Tiene experiencia profesional de más de diez años en la Gestión Integral de Proyectos de Ingeniería, Desmontaje Industrial, Demolición y Construcción.
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Durante dos años se ha trabajado en la demolición y desmantelamiento de cinco grupos de potencia de las centrales térmicas de Sant Adrià de Besòs y Badalona, unas plantas de generación eléctrica de Endesa que estaban en desuso y que forman parte del skyline del litoral metropolitano. En el caso de Badalona se hizo un desmontaje total mientras que en Sant Adrià se realizó un desmantelamiento manteniendo la icónica estructura de las chimeneas de 200 metros.
Previamente al desmantelamiento se caracterizaron, clasificaron y retiraron todo tipo de residuos existentes en las instalaciones: fuel, hidrocarburos y productos químicos, entre otros. Había 64 toneladas de amianto, por lo que se elaboró un plan de trabajo especial para la retirada de los elementos con presencia de ese material y se inició un proceso de desamiantado de las instalaciones y las edificaciones.
Posteriormente se realizó el desmantelamiento de todas las instalaciones existentes: calderas, turbinas, condensadores, instalaciones de depuración química, tanques de almacenamiento, instalaciones de bombeo… “Ha sido una tarea muy compleja”, valora David Fernández al rememorar los trabajos a 90 metros de altura desmantelando la central de Sant Adrià, donde se realizó un trabajo calificado por el
ingeniero como “artesanal”. Exceptuando esas calderas, se demolieron todos los edificios existentes, llegando hasta el nivel freático en algunos casos.
En las obras trabajaron 18 máquinas de demolición, 12 de ellas de más de 30 toneladas. La media de trabajadores durante las tareas de demolición fue de 130, alcanzando los 200 en algunos momentos puntuales.